miércoles, 30 de mayo de 2012

"Somos tierra fácil para el olvido"


En el sepelio del doctor Héctor Abab Gómez en el año 1987, el escritor Manuel Mejía Vallejo amigo y coterráneo del médico asesinado, en un sentido discurso no solo recordó la calidad humana del médico antioqueño, desaparecido sino que también fustigo una sociedad colombiana de rodillas antes sus verdugos: Somos tierras fácil para el olvido de lo que más queremos. La vida, aquí, están convirtiéndola en el peor espanto. Y llegará ese olvido y será como un monstruo que todo lo arrasa, y tampoco de tu nombre tendrán memoria.
Este trágico episodio en la vida del escritor Héctor Abad Faciolince, sirvió de inspiración para la novela “El olvido que seremos”. La muerte de su padre a manos de un joven sicario en Medellín, ciudad la cual el médico Abad Gómez dedico toda su vida y su profesión. Llama la atención el idioma coloquial y las acertadas descripciones de carácter doméstico, el contenido poético de algunos recuerdos. Sin duda alguna uno de los grandes logros de la obra, sumados a su valor histórico y social. La constante denuncia, de una sociedad hipócrita y temerosa, por consiguiente cómplice por acción y omisión, aferrada a la fe católica, parar exculparse. Una iglesia católica hasta los últimos días enemiga del médico Abab que por orden del cardenal López Trujillo como lo relata en el capitulo treinta y uno, prohíbe que en la iglesia de Santa Teresita, parroquia desde siempre de los Abad Faciolince, se le hiciera la misa de difuntos, aunque horas antes desde los medios de comunicación el mismo cardenal se solidarizara con la familia y les recomendara resignación cristiana.
Los asesinatos de defensores de los derechos humanos por parte de los paramilitares en complicidad con algunos organismos del estado colombiano son denunciados valientemente por el escritor Héctor Abad en la novela El olvido que seremos, testimonio de una época de impunidad y represión. “Somos tierra de cafres” acuno una vez el brillante político y pensador colombiano, Darío Echandía “Somos tierra fácil para el olvido” como lo dijo el escritor Manuel Mejía Vallejo.

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